Hombres conforme al corazón de Dios

 

 

En el ministerio de hombres buscamos desarrollar estos cinco principios:

 

1. Cuidar del pacto matrimonial.

El pacto matrimonial fue instituido por Dios. El  hombre y la mujer se unen en un pacto para cumplir el propósito de Dios en sus vidas, adquiriendo responsabilidades que nos comprometen a cumplirlo, aunque las circunstancias no sean las más cómodas, y enfrentemos todo tipo de adversidad.

Guardar el pacto matrimonial proporciona solidez y estabilidad al matrimonio.

2. En nuestra prioridad terrenal, ella ocupa el primer lugar. 

No es tu pasatiempo favorito, no es el trabajo, no son los hijos, lo que ocupa el primer lugar en tu vida, es ella. Un día ya no podrás practicar tu pasatiempo, un día ya no podrás trabajar, un día tus hijos se irán de la casa, un día te volverás viejo, ese día estarás tú y ella, solos como al principio.

Entonces podrán seguir disfrutando su amor y viviendo sus vidas juntos o se encontrarán como dos desconocidos que no sabrán que hacer porque lo que ocupaba el primer lugar en tu vida se te ha ido.

3. Amar a nuestra esposa como Cristo amo a la iglesia.

Cuando Dios decidió mandar a su hijo a salvar lo que se había perdido, no encontró precisamente una novia perfecta que lo estaba esperando bien preparada.

Tu esposa no es perfecta, no es un producto terminado. Amala como es, como está, con sus errores y con sus virtudes, muéstrale tu aceptación. No le reproches, elógiala, cultiva en ella su hermosura.

4. Lo mejor de nosotros es para nuestra esposa.

Tus mejores palabras, tu mejor trato, tu mejor sonrisa: sean para tu esposa en todo tiempo. A veces damos nuestra mejor atención a otras personas sin darlo en casa a nuestra esposa, lo cual le lastima y lo recienten.

Determina darle lo mejor a tu esposa, es con ella que pasarás largos años de tu vida, es con ella con quién envejecerás, y cuando nadie está cerca, ella seguirá junto a ti para amarte y servirte.

5. Velar que el matrimonio camine en los principios de Dios.

Dios nos hizo sacerdotes de nuestro hogar. No solo somos responsables por el sustento, sino también la vida espiritual de la familia que El nos encomendó. Prepárate en las Escrituras para que las enseñes a tu esposa y a tus hijos los mandamientos y los preceptos que Dios nos ha entregado.